Bosch y la fábrica de
presidentes
EL DUEÑO.- La fábrica de presidentes ¿de Leonel Fernández o del PLD?
Parece ser lo mismo en la forma, pero no en esencia. Incluso, lo que fastidia,
si se observa con atención, no es tanto el propósito como la gerencia. Nadie
cree que el ex presidente pueda trabajar políticamente para otro, y la
apreciación es correcta, pues hasta ahora no se conoce otra faceta suya que no
sea de egoísta. Se alegará que no fue así en el 2012, y tiempo habrá para que se
sepan cosas. Fernández actuó a favor de Danilo Medina, nadie puede negarlo, pero
hay que recordar que “las apariencias engañan”. La espada que pendía sobre su
cabeza y sus más cercanos colaboradores era demasiado pesada y peligrosa, y era
muy riesgoso jugar al albur del candidato opositor Hipólito Mejía. No hay que
ser muy agudo para darse cuenta de que las desafecciones entre Fernández y Mejía
hace mucho que superaron lo meramente político. Lo de ellos es una obsesión que
no se resuelve con un bolero. Si Mejía hubiera ganado, las altas cortes no
hubieran sido blindaje suficiente para Fernández...
DIFERENCIA.- La fábrica de presidentes no es cosa nueva, pues el PRD
llegó a verse como un remedo del PRI mexicano y las tendencias fueron especies
de canteras para forjar los hombres y las mujeres que asumirían en cascada las
altas responsabilidades del Estado. Incluso, puede recordarse una versión
escuela. Juan Bosch, cuando era del PRD, hacía venir todas las semanas a
Salvador Jorge Blanco ñdesde Santiagoñ para irlo entrenando, y el curso pudo
haber llenado su cometido si el partido no se hubiera dividido. La gente de
Santiago no fue la primera en definirse ante la situación de un PRD conservador
y otro de avanzada. Al final, del vientre del primero salió el segundo y se
fundó el PLD, y Bosch se llevó a esta organización su escuela de uno, a la que
le dio mayor categoría y la hizo obligatoria para los conversos del nuevo
evangelio político. Es decir, que entre la fábrica de presidentes de Bosch y
Fernández hay muchas diferencias, pues en la primera el producto era resultado
del estudio y en la segunda de la circunstancia de poder...
LA ALTERNANCIA.- Temístocles Montás, ahora que procura su espacio, no
sale a hablar a lo loco, sino que toma como base la historia del partido para
justificar sus pasos y fundamentar sus aspiraciones. La fábrica de presidentes,
pero desde un solar yermo. Como es bueno en estrategia, su estrategia es la
doctrina. Empezó hablando de la alternabilidad, que es la regla de oro de la
democracia, y ahora de la triada, que ñen definitivañ viene a ser lo mismo. La
alternancia, como dicen los españoles, es lo que permite que diferentes personas
o partidos o grupos se sucedan en el poder. La triada es el culto a tres
divinidades. Primero fue Leonel Fernández, segundo Danilo Medina, y ahora el
tercero corresponde a Montás. Medina, por el momento, no es problema para
Montás, mucho más que con su experiencia ilustra la justicia de su causa. Si la
alternabilidad no se hubiera dado, hoy no sería presidente. La muestra del botón
no puede negar la esplendidez de la rosa. Y ese discurso no sólo llega a los
danilistas, sino a otros sectores que recelan de las imposiciones y del tapón en
los puestos de dirección...
LA GRANDEZA.- Los compañeros de partido o del ahora sector externo que
asisten a las charlas de Temístocles Montás en los pueblos, si llegan ingenuos,
se van con por lo menos una espina en el alma. Subliminal, sí, pero que altera
la conciencia. La saeta no tiene nombre, pero cada cual le encuentra el mismo:
Leonel Fernández. Montás afirma que la doctrina de la alternabilidad es de la
escuela de Juan Bosch, y que el líder ad vitam supo rodarse y dejar que el
espacio lo ocupara otro. No se refiere al Bosch que entrenaba a Salvador Jorge
Blanco en los años setenta para que fuera candidato del PRD, sino de un trance
más cercano: las elecciones de 1996, cuando se dejó convencer de que sus
padecimientos de salud eran obstáculos insalvables para repetir como cabeza de
boleta del PLD. Los enemigos del partido morado dijeron que lo llevaron
endrogado al acto del Frente Patriótico, pero la versión interna fue que accedió
sin resistencia. Entendió la circunstancia y se hizo a un lado, llenándose de
una grandeza que Fernández no emula, al proponerse una fábrica de presidentes
cuyo primer producto sería él mismo...