9/11: el terror descrito desde adentro
A las 8:15 de la mañana del martes 11 de septiembre de 2001, el vuelo 11 de American Airlines que había despegado casi 15 minutos antes, desde Boston con destino a Los Ángeles, cambiaría el rumbo histórico del mundo. Las autoridades de la torre de control del aeropuerto Logan de Boston se percataron del viraje […]
Alas 8:15 de la mañana del martes 11 de septiembre de 2001, el vuelo 11 de American Airlines que había despegado casi 15 minutos antes, desde Boston con destino a Los Ángeles, cambiaría el rumbo histórico del mundo.
Las autoridades de la torre de control del aeropuerto Logan de Boston se percataron del viraje que la aeronave realizó hacia Nueva York, lo que supusieron de inmediato que se trataba de una especie de secuestro. Pero por sus mentes en ningún momento imaginaron la magnitud que alcanzaría esa situación.
La primera en dar la alarma de lo ocurrido fue la azafata Betty Ong, quien desde el avión pudo contactarse con la torre de control e informar sobre lo que estaba ocurriendo en ese momento.
“Mi nombre es Betty Ong. Soy la número 3 y la cabina no contesta al teléfono, y hay alguien apuñalado en clase ejecutiva y no podemos respirar ya que alguien roció algo. Estoy sentada atrás.”, afirmaba la auxiliar aérea con tono moderado.
Ella continuaba describiendo el panorama de lo que ocurría en el vuelo 11 de American Airlines.
“Estoy en la parte de atrás. La cabina del piloto no responde. Alguien ha sido apuñalado en clase ejecutiva. No podemos respirar. No lo sé, creo que nos están secuestrando”.
Minutos después, una voz más virulenta de otra persona se colaba en la transmisión. Era Mohamed Atta, el líder táctico de los secuestradores y de la operación general que se estaba llevando a cabo.
“Tenemos algunos aviones. Permanezcan tranquilos y todo irá bien… volveremos al aeropuerto. Que nadie se mueva. Todo irá bien. Si intentan hacer algún movimiento se pondrán ustedes mismos en peligro y al avión. Estén tranquilos. Que nadie se mueva por favor. Estamos volviendo al aeropuerto, no traten de hacer estupideces”.
Atta, junto a Abdulazis Alomari, Satam Al Suqami y los hermanos Aled y Wail Alshehri tomaron el control del avión y se dirigieron hacia Manhattan.
Una de las asistentes de vuelo, Madeline Sweeney, describiría el destino final del vuelo 11 segundos antes de este impactar con la torre norte del World Trade Center.
“Estoy en el vuelo 11. El avión ha sido secuestrado. Veo agua, veo los edificios, oh Dios, veo los edificios. ¡Oh Dios mío!”, exclamaba Sweeney a la torre de control, la cual perdió comunicación al instante. Minutos después, todos se enterarían que el vuelo 11 se había estrellado con la torre norte.
Eran las 8:46 de la mañana.
17 MINUTOS DESPUÉS
A pesar de que algunas de las autoridades gubernamentales de Estados Unidos ya tenían conocimiento de que el vuelo 11 había sido secuestrado, el mundo ignoraba que ese solo sería el principio de un ataque terrorista a gran escala y nunca antes visto.
Después de que la torre norte del World Trade Center fuera impactada, otro avión, el vuelo 175 de United Airlines, también había sido secuestrado y su rumbo era similar al anterior.
Brian Sweeney, uno de los pasajeros, trató de comunicarse con su esposa en plena maniobra del secuestro.
“Jules, aquí Brian. Escucha, estoy en un avión que ha sido secuestrado. Las cosas no están bien, no se ven nada bien. Solo quería decirte que te amo. Quiero que estés bien, que te diviertas, lo mismo para mis padres y para todos, y que absolutamente te amo. Te veré cuando llegues hasta aquí. Adiós cariño”.
Diecisiete minutos después y ante las cámaras de todos los noticieros del mundo, el vuelo 175 se estrelló contra la torre sur, lo que provocó que cundiera el pánico y el tiempo se suspendiera entre la incredulidad y el terror.
Los terroristas que tomaron el avión fueron identificados como: Marwan Al Shehhi, quien era el líder del grupo; así como Ahmed Alghamdi, Mohand Alshehri, Hamza Alghamdi y Fayez Banihammad.
INFIERNO EN LA TIERRA
Las torres gemelas estaban en llamas. Y es que las personas que se hallaban arriba del piso 93 de la torre norte no tenían muchas esperanzas de salvación. Mientras que la situación de la torre sur era más crítica aún, ya que la aeronave impactó entre los pisos 77 y 85, lo que habría más gente atrapada en las plantas superiores.
Muchos de los trabajadores atrapados se refugiaron en las ventanas para tratar de tomar aire, pedir ayuda al sacudir sus vestimentas y huir de la humareda que inundaba las oficinas y los pasillos, producto del incendio desatado en los distintos niveles de los edificios.
Otros se sintieron tan desesperados que optaron por saltar hacia el vacío para no morir abrazados del infierno.
Melissa Doi, una empresaria financiera que se encontraba en el piso 83 de la Torre Sur, pudo comunicarse con emergencia telefónica y describir la situación.
“Hace mucho calor. Hay como cinco personas aquí, en el piso 83, todos tienen problemas para respirar, algunos están peor que otros. Hay mucho humo, no puedo respirar…¿voy a morir verdad? Voy a morir, por favor, siento que estoy muriendo”.
“Hola mamá. Soy Stephen, mi edificio acaba de recibir el impacto de un avión. Ahora mismo, creo que estoy bien. Estoy a salvo, pero hay mucho humo. Solo quería decirte que te quiero mucho y que te llamaré cuando esté a salvo”.
Cincuenta y seis minutos después de ser embestida, a las 9:59 de la mañana, la torre sur se desplomaría con muchos de los rescatistas y bomberos que intentaron socorrer a los que estaban atrapados. La escena no pudo ser más terrorífica cuando miles de personas que se encontraban en los alrededores del World Trade Center corrieron despavoridos para no ser arropados por los escombros del edificio.
La torre norte no tuvo mejor suerte, 102 minutos después, a las 10:28 de la mañana, también sucumbiría ante la mirada atónita del planeta.
Nueva York estaba bajo ataque, pero no sería el único estado del país que sufriría los embates del terrorismo internacional.
Washington también era un objetivo.
EL PENTÁGONO
Casi de manera simultánea a los secuestros de los vuelos 11 y 175 que se estrellaron contra las torres gemelas y produjeron sus colapsos, el vuelo 77 de American Airlines también sufriría la misma suerte, solo que sería contra las edificaciones de El Pentágono, el centro de defensa militar de la Primera Potencia del Mundo.
El vuelo partió a las 8:20 de la mañana desde el Aeropuerto Internacional Washington Dulles y fue secuestrado poco después de que se estrellara el primer avión contra la torre norte. Era alrededor de las 8:50 de mañana.
Barbara Olson, una presentadora de CNN y pasajera de ese vuelo, logró comunicarse con su esposo para informarle sobre el número de secuestradores que controlaban el avión, además de que estos portaban cuchillos y bisturíes.
Hani Hanjour, líder de los terroristas de ese vuelo, estaba acompañado de Majed Moqed y los hermanos Nawaf y Salem Alhazmi.
El impacto ocurrió a las 9:37 de la mañana y destruyó la parte occidental de El Pentágono.
Pese a que todos prestaban atención a lo que ocurría en el World Trade Center y, supuestamente, ante la inacción de las autoridades gubernamentales al no imaginar que otros aviones pudieran ser objetos de secuestro, la noticia sobre el choque de otro avión en El Pentágono no despejaba dudas de que se debía actuar de manera radical.
Todas las aeronaves tuvieron que aterrizar en el aeropuerto más cercano ya que habían órdenes de tumbar a cualquier avión que se encontrara en espacio aéreo estadounidense. Y efectivamente, el cielo pudo despejarse, excepto por el vuelo 93 de United Airlines, el cual tenía como objetivo la Casa Blanca o el Capitolio.
EL VUELO 93
Contrario a los otros tres aviones, el vuelo 93 fue secuestrado por solo cuatro terroristas y no cinco. También, otro caso curioso es que Ziad Jarrah, líder de los terroristas de ese avión, era el más occidentalizado de los secuestradores.
Era de familia adinerada y criado al estilo occidental europeo; no obstante, en algún momento de su vida se fanatizó con el islam y decidió entregar su vida a la causa terrorista.
El vuelo 93 partió a las 8:42 de la mañana, con más de 40 minutos de retraso y a pesar de que el mundo ya estaba atento a los acontecimientos que de manera simultánea se estaban dando en Nueva York.
Casi antes que se dictara la orden general de que todos los aviones aterrizaran en un aeropuerto más cercano, Jarrah y sus compañeros Saeed Alghandi, Ahmad Al Aznawai y Ahmed Alnani se levantaron a las 9:28 de la mañana de sus asientos y tomaron el control del avión.
Minutos después, la asistente de vuelo CeeCee Lyles llamó a su esposo en forma de despedida ya que uno de los pasajeros que se había comunicado con un familiar le había dicho sobre el ataque a las torres gemelas, por lo que enterada de la situación no tenía esperanza de salir viva del secuestro.
“Hola bebé, debes escucharme con atención. El avión en el que estoy ha sido secuestrado. Te estoy llamando del avión. Quiero decirte que te amo. Por favor, también diles a los niños que los amo mucho. Realmente lo siento, no sé que decir. Hay tres chicos que han secuestrado el avión. Intento estar tranquila. Estamos dando vueltas y he escuchado que hay otro avión que está volando hacia el World Trade Center. Deseo volver a ver tu rostro otra vez. Te amo, adiós.
El vuelo 93 fue el único que no logró su objetivo ya que a las 10:03 de la mañana se estrelló en un poblado de Pennsylvania. Nunca se supo a ciencia cierta si fue una rebelión de pasajeros que redujo a los terroristas o si fue un avión militar que acató la orden de derribar cualquier aeronave que estuviera en el espacio aéreo.
REPERCUSIONES
Los atentados del 11 de septiembre son considerados los actos terroristas más letales en la historia de la humanidad. Su impactó arrastró a Estados Unidos a una guerra interminable en Afganistán en contra de los talibanes por estos proteger a Osama Bin Laden, líder intelectual de los ataques.
Además, estos hechos sirvieron como abono para ejecutar la invasión a Iraq y el posterior derrocamiento del dictador Sadam Hussein, así como el cambio de mentalidad global respecto a la seguridad de los aeropuertos y el aumento del racismo y la xenofobia en contra de los musulmanes.
Los atentados terroristas dejaron un saldo de 2,996 muertes.