El consejo centenario a los pueblos es que conozcan su historia para no tener que repetirla. En el PLD se piensa lo contrario: conocer la historia para que se repita.
En las asambleas del Noveno Congreso se recuerdan pasajes para quitar importancia al transfuguismo militante de los conversos de la Fuerza del Pueblo.
Hacen un recuento interesado, y ciertamente las crisis y las salidas de notables dirigentes, en vez de afectar y disminuir su principalía, catapultó al PLD. La intención es convencer a los que todavía se quedan que los vientos de Leonel Fernández no tumbarán todos sus cocos.
O que por lo menos se mantendrá firme y con vida la mata. Fernández conoce esa historia, pero la cuenta de otra manera, como si fuera La Lupe o quisiera seguir con su teatro.
Está ofreciendo la oportunidad que en su momento dieron Tonito Abreu, secretario general, y Rafael Alburquerque, también secretario general. Aunque en su caso fue presidente del partido. El discurso de dejar la jaula abierta para que las aves dispongan su vuelo sin ninguna interferencia, tiene múltiples destinarios.
Hacia adentro, hacia afuera y hacia los lados. Aunque se piensa que más hacia adentro para que no cunda el pánico.
Lo lógico es el pánico, pero parece que este todavía no aparece, y no solo por lo masiva de las reuniones del congreso en el interior del país, sino por las exposiciones de los compañeros. El transfuguismo no preocupa, o por lo menos se lo callan. Además de que era previsible, y ahora se revela era un plan concebido con la asesoría de Maquiavelo.
Ganar posiciones electivas en la boleta del partido para después dejar el limpio y llevarse su cuota de poder al nuevo conglomerado.
Neruda, antes de ser político, calificó en sus versos esa huida. La llamó amor de los marineros “ que besan y se van ”.
El PLD parece no estresarse, como se juzga desde afuera, y toma la situación con “ filosofía ”, pues en su nuevo Evangelio predican un partido pequeño. Si Fernández le aligera la carga, diría : ¡ Bienvenida sea !