DELEGADO POLÍTICO.- Vale seguir la cuenta. Entre lo sucedido en las últimas semanas que obliga al Comité Político a reunirse y decidir situaciones, está la asunción de César Pina Toribio como embajador en la Argentina. El nombramiento o la ausencia del país crean una vacante. La de delegado político ante la Junta Central Electoral. Un puesto de importancia que reclama permanente atención, y mucho ahora que existe una nueva conformación y que no se dan las cercanías o entendimientos del pasado inmediato. Conviene pues que se cultiven relaciones y la confianza sea mutua. La escogencia debería ser rutinaria, pero no lo es. Los grupos dan un paso al frente y quieren ser decisivos. ¿Quiénes podrían ser candidatos? No se conoce de nadie en específico, pero se mencionan dos. El senador Julio César Valentín y el exprocurador Radhamés Jiménez, ambos miembros del CP, aunque con patrocinio diferente. Valentín sería promovido por la influyente OTAN, que no querría a Jiménez por ser un hombre de Leonel Fernández. Habrá entonces que negociar o buscar un tercero, y tercero es lo que parece que no hay...
SALAS CAPITULARES.- Los bufetes de las cámaras legislativas corresponden al Comité Político, y es un tema de Grandes Ligas, pero igual están las directivas de las salas capitulares, que también deben ser renovadas ahora en agosto. Con las cámaras se pelea adentro, con las salas, afuera. La ocasión no deja de tener importancia, pues conviene recordar que el año pasado se cambió la modalidad. Nada de orden preestablecido, de aplicación de la regla de oro, sino que las fuerzas políticas fluyeran y que cada cual comiera hojaldre según tuviera saliva. El cambio lo patrocinó el PRM, y al PLD no le quedó de otra que valerse de sus propios medios. Fuera bueno conocer la experiencia, analizar el resultado a un año. Saber si se continuará cada cual por su lado o se recapacitará y volverá al régimen anterior de que el alcalde era la medida, y de que el partido del alcalde se lo llevaba todo...
TACLA, TECLA.- Entre las situaciones que se suponían superadas y que favorecían que el comité Político se reuniera, y se ocupara de los asuntos propios del partido, se contaba la Marcha Verde. Después de la orgía de masas de la última movilización, el colectivo anunció que entraba en una etapa de gabinete, fuera de las calles, y entre sus tareas inmediatas estaba hablar con la gente de manera directa y personal y celebrar una asamblea de evaluación, la cual --desde lejos-- se considera de definición. Odebrecht no daba para más, era lo que se pensaba, y aunque el guiso fuera suficiente, convenía mejorar el aderezo. La pausa, que no tregua, era de orden. Sin embargo, con la cuchara del abogado brasileño Rodrigo Tacla, ahora no se sabe. Al tocarse esa tecla (perdón, Tacla), el piano podría originar notas impredecibles...
EL FRACASO VERDE.- El único fracaso de la Marcha Verde fue que no pudo provocar la represión del gobierno. Con todo lo que hizo y demostró, no llevó al régimen a cometer locuras como en Venezuela. Las situaciones son diferentes, pero los fundamentalistas creen que la historia es mecánica y los hechos pueden replicarse a voluntad. Se denunció, se dijo, y tal vez hubo casos, pero no puede hablarse de una política de Estado orientada a perseguir y desarticular el movimiento. Eso de que obligaron a quitarse la gorra o la camiseta o no entraban a determinadas dependencias del gobierno, fue ridículo. Incluyendo pronunciamientos de peledeístas que no se aguantaban las ganas. Danilo Medina confió en el cansancio, en que llegara el momento del café, y se le iba dando hasta que el abogado Rodrigo Tacla surge de la nada...
