En esos tiempos Guillermo Gómez era poco menos que un príncipe en la Máximo Gómez 25 parte atrás, donde vivía Balaguer. Era hombre de absoluta confianza de la casa, enlace con Rafael Herrera, la figura más respetada del periodismo dominicano.
Guillermo era la conexión directa entre Herrera y Balaguer porque además de producir su programa Aeromundo, también era reportero del Listín, donde similar función tenía Santiago Estrella Veloz, el protagonista de esta curiosa anécdota con el líder reformista.
Corrían los primeros años de la década del ochenta y el PRD estaba en su mejor época, con Guzmán de Presidente y Jorge Blanco en fila para el relevo… Los reformistas sabían que sus posibilidades de volver eran remotas, y que su activo electoral estaba disminuido con flebitis aguda y ceguera irreversible.
Era uno de esos fines de semana en que los periódicos andaban vueltos locos buscando la forma de armar la edición del lunes… Y don Rafael --con el instinto felino del periodista aguzado--, consideró que la solución era una declaración de Balaguer sobre el proceso electoral de los Estados Unidos, que entonces marchaba hacia las elecciones de 1982.
El resto fue llamar a Guillermo para que hiciera el contacto con Balaguer y designar a Estrella Veloz, uno de los mejores redactores políticos de la época, para que ese domingo a prima noche le hiciera la entrevista al líder reformista y se reservó la portada de la edición del lunes…
Así lo narra Estrella Veloz
“(…) Tras una breve espera en la segunda planta de la residencia donde estaba la biblioteca, el doctor Balaguer dispuso que entrara: estaba en bata, moviendo el pie izquierdo sobre un banquito parece que como ejercicio por la flebitis que padecía… “Perdone la facha, Estrella Veloz, pero tengo que descansar un poco el pie”, me dijo de entrada y a seguidas me preguntó, sin dejarme hablar ni media palabra, si yo era familia de Lolita Veloz, de Juan López, Moca, casada con Cirilo Bencosme. Le respondí que esa dama era mi tía y me respondió que esa familia era muy honorable y muy amiga suya.
“(…) Comencé una larga perorata recordándole que cuando él estaba joven había que subirlo a una mesa, en Santiago, para pronunciar discursos contra los yanquis, y también le recordé aquella expresión suya de que tenía una daga clavada en el corazón por la ocupación militar norteamericana de 1965… “¿Cómo se explica --le pregunté--, que después de esas posiciones tan dignas usted anunciara que estaba dispuesto a renunciar a la Presidencia de la República si Estados Unidos se lo pedía como condición para aumentar la cuota azucarera dominicana en el mercado preferencial?
Ahí se fastidió todo
“Balaguer me escuchó pontificar, sin interrumpirme, y cuando terminé él simplemente sonrió pícaramente y me respondió: -Esas eran cosas de juventud… Je je je… “Yo me quedé en el aire y pensé que Balaguer ampliaría su visión antinorteamericana y que el Listín daría el palo de la gata al día siguiente”… Pero volvió a decirme: -Esas fueron cosas de juventud, Estrella Veloz… que no vale la pena ni siquiera recordar. Je je je… Fue la última vez que pronuncié un discurso antes de hacer una pregunta, a pesar de que era un periodista veterano que no debía incurrir en ese error… Porque perdí la gran oportunidad de hacerle una entrevista histórica a Balaguer…
