Publicado por el Fogon Barahonero Lunes 4 de Junio del 2012
"Fogon Barahonero Lider y Pionero en las Actualizaciones en las Comunicaciones Digitales"
Concluido un largo y agotador proceso electoral, lo lógico es que el país se
tomara un respiro de la discusión política y centre su atención en otros asuntos
de interés nacional. Es lo que ocurriría en cualquier país mínimamente
civilizado, o al menos en cualquier país donde no exista el Partido
Revolucionario Dominicano. Sin embargo, tenemos la mala fortuna de contar con el
PRD para que nunca descansemos de la diatriba y la cháchara politiquera.
A Danilo Medina ni siquiera le han entregado el certificado que lo inviste
como Presidente Electo, y ya esta gente arrancó su lucha por el control del
partido. Las facciones de Miguel Vargas e Hipólito Mejía se declararon una
guerra que en nada favorece los intereses perredeistas y mucho menos los del
país.
Todo provocado a destiempo e innecesariamente por el ex candidato, al
promover la realización de una fraudulenta reunión de la Comisión Política con
el fin de despojar a Vargas de la presidencia del partido. Lo que ha sido
respondido de forma rápida y contundente con la reunión del Comité Ejecutivo
Nacional, donde fueron tomadas medidas que buscan fortalecer las posiciones del
sector institucional y sancionar a quienes se prestaron para el mamotreto del
viernes pasado.
No hay que ser ningún genio para saber que este pleito terminará en los
tribunales, particularmente en el Superior Electoral. E igualmente es previsible
proyectar su desenlace, pues Miguel no sólo cuenta con razones legales para
invalidar la reunión del viernes ante la caterva de irregularidades en que
incurrieron sus organizadores, sino que además cuenta con solidos argumentos
políticos, pues Hipólito y su grupo acusan a Vargas ---sin ninguna evidencia
probatoria--- de haber traicionado la candidatura de su partido y con ello
provocado la derrota. Cuando las reales razones de que el PRD no alcanzara la
victoria el pasado 20 de mayo radican única y exclusivamente en la incapacidad
de Hipólito para administrar y mantener una ventaja, que al momento de ser
proclamado candidato superaba los 20 puntos porcentuales en todas las encuestas.
La arrogancia, el triunfalismo, la mezquindad y el resentimiento e inquina
personales, fueron la causa de que el PRD no acudiera monolíticamente unido a la
cita electoral. Y los errores estratégicos y la incontinencia verbal del
candidato fue lo que provocó que la población desechara esa opción a pesar del
desgaste del oficialismo y los deseos de cambio.
Pero mas allá de los pleitos, sus razones y proyecciones finales ---y aún por
encima de la desconsideración perredeista hacia un país que merece y necesita un
descanso de la diatriba política--- lo que realmente llama la atención, por su
vulgaridad, es la actitud asumida por un puñado de dirigentes perredeistas con
relación a quien fuera su impulsor para alcanzar las posiciones que hoy
ostentan.
Andrés Bautista fue designado como presidente en funciones por Miguel Vargas,
que le apoyó en todo momento y que fue uno de sus principales apoyos durante los
últimos años. Y aún así se prestó para dirigir las acciones en su contra,
sabiendo él que las acusaciones a Miguel fueron infamias que procuran que el
pepeache, que tanto daño ha hecho al país y al PRD, diera un golpe de mano a la
directiva partidaria para desde un supuesto liderazgo de la oposición, negociar
posiciones y espacios de poder con el nuevo gobierno que encabezará Danilo
Medina. Un poco lo mismo que hizo la señora que preside Fedomusde, que de no
haber sido por Miguel continuaría siendo la deslucida e insípida dirigente de
tercera categoría que nunca brilló ni ocupo espacios de relevancia.
Pero donde las aguas se separan en materia de traición es en los casos de
Geanilda Vázquez y Orlando Jorge Mera, dos personas a quienes literalmente
Vargas debió echarse en hombros para hacerlos secretarios de organización y
general, respectivamente. Un error ---y no sólo por lo malo que ambos han
salido--- por el que se podría decir constituyó el inicio de los conflictos
internos que le llevaron a perder la candidatura de su partido, y probablemente
a ser hoy el presidente electo.
La señora Vázquez no tenía ninguna posibilidad de vencer a Tony Peña. No
tiene y nunca ha tenido liderazgo ni capacidad política para imponerse a quien,
además de ser hijo del líder máximo, echó los dientes en ese partido y ha sido
siempre un hombre cercano a las bases y un trabajador incansable. Pero Miguel,
en uno de esos errores que lamentablemente cometió ---posiblemente por ser
demasiado decente para ejercer la política en un entorno como el que le ha
correspondido--- se la puso de mochila para hacerla Secretaria de
Organización.
En el caso del señor Jorge Mera, este debe ser el hombre más descolorido que
jamás haya ocupado la secretaria general en los mas de 70 de años de historia
perredeista.
Este individuo no tenía la menor posibilidad de vencer a Guido Gómez Mazara.
Sin embargo Miguel ejerció su liderazgo y dominio de las mayorías para que
continuara al frente de la Secretaria General, agenciándose con ello desafectos
y rencores que luego le han sido cobrados. Y eso, que posiblemente el favor mas
pequeño que le haya hecho Miguel fuera otorgarle categoría política, pues
problemas de otra índole ---que han sido asumidos por Vargas--- pudieron haber
evitado que en lugar de estar pasando lista de asistencia en una fraudulenta
reunión, estuviera en un lugar donde le pasaran lista a él antes de colocar
cerrar la puerta metálica para colocar el candado.
Pero además de traidor, es tan irresponsable que tuvo la cara dura de
presentarse por ante Miguel a mediados de la pasada semana a jurarle lealtad y a
prometerle que no participaría “jamás” en un acto donde le fueran a hacer algún
daño. Para dos días después jugar un rol protagónico en lo que se monto con el
objetivo de hacerle un juicio inquisidor a Miguel Vargas.
La traición es uno de esos actos deleznables que reducen enormemente a quien
lo comete. Por eso dicen que la traición no se paga ni con la muerte. Y eso es
verdad. Pero la ingratitud es peor. Los ingratos, aquellos que no agradecen y
olvidan, no valen nada. Porque más que repugnanciaÖlo que dan es pena.