Miercoles 23 de Mayo de 2012"Fogon Barahonero Lider y Pionero en las Actualizaciones en las Comunicaciones Digitales"
Se sabía, era de esperarse: Hipólito y su gente quieren encontrar en Miguel
Vargas al culpable de su derrota.
Y puede anticiparse que a partir de ahora lo que le espera al PRD es una
lucha interna feroz que se iniciará en los locales del partido y terminará en
los tribunales de la República, primero en la Junta, luego en el Superior
Electoral y concluirá en la Suprema.
El PRD será cruelmente canibalizado y es probable que, al ritmo que llevan
los acontecimientos, eso se produzca en los próximos días. Las fuerzas internas
en el PRD son irreconciliables, y veremos en cuestión de horas expulsiones
masivas de un bando y otro.
Al final, el Superior Electoral tendrá que fallar a favor de la
institucionalidad partidaria, independientemente del sector que se mantenga
ocupando sus locales.
Hipólito y su gente dicen que Miguel Vargas es el culpable de la derrota y le
atribuyen haber traicionado al partido al negociar con el gobierno para
convertirse en el caballo de Troya de la candidatura de su propio partido.
Pero Vargas ha demostrado haber cumplido con todas sus obligaciones como
presidente del PRD. Le entregó 170 millones de pesos al candidato, peleó y
obtuvo la casilla número uno en la boleta electoral, desarrolló una campaña
institucional en todo el país llamando a votar por su partido, dispuso que todos
sus simpatizantes, de todos los niveles, se incorporaran a la campaña y jamás
pronunció una sola palabra que afectara al candidato o al partido,
No se montó en la patana
A Vargas se le critica que no se incorporara personalmente a la campaña. Él alega que nadie lo invitó jamás a una sola actividad política y las veces que el candidato se refirió a él lo hizo en tonos destemplados e irrespetuosos: que no lo necesitaban, que estaba fuera del line-up, que ya el partido estaba unificado sin él...
Los protocolos que se firmaron pasada la convención del 6 de marzo para
integrar a los seguidores de Vargas en todo el país, jamás se cumplieron. Porque
los pepehachistas derrochaban triunfalismo, y con razón, pues las encuestas los
colocaban con más de 20 puntos porcentuales por arriba de Danilo Medina. A ese
tipo de actitud la sabiduría campesina le llama “contar con el pollo y no con el
moquillo”.
Como se ha analizado ya, Hipólito que se creía ganador, obligó la
compactación del PLD cuando dirigió todos sus ataques contra Leonel y sus más
allegados funcionarios, olvidándose de Danilo Medina. Al grado que el propio
candidato peledeísta tuvo que llamarle la atención recordándole que el candidato
era él, no Leonel, e invitándole al centro del ring.
Esa virulencia de Mejía produjo el fenómeno que muchos dudaban al unificar
las fuerzas del PLD cuando se escogió a la esposa del Presidente como compañera
de fórmula de Medina, y se le asignaron responsabilidades de campaña a todos los
cuadros importantes de ese partido, poniendo de lado sus diferencias ante el
enemigo común y peligroso en que se convirtió Hipólito. El resto es
historia.
Otra vez la división
El PRD ha salido de estas elecciones con una impresionante principalía partidaria ñde partido a partido fue el más votado, y provincia por provincia casi dividió con el PLDñ, pero el espectro de la división asoma peligrosamente.
Se descarta cualquier posibilidad de que el antagonismo que hoy divide al PRD
en dos mitades casi iguales pueda ser superado en una negociación. Y como
dijimos, ya se iniciaron los aprestos para un enfrentamiento en los tribunales.
La simbología partidaria es lo que cuenta a partir de ahora, porque
definitivamente ese partido es indestructible. No pudo hacerlo Juan Isidro
Jiménes Grullón, ni Nicolás Silfa ni Ángel Miolán, sus ilustres fundadores. Pero
tampoco pudieron destruirlo Peña Gómez ni Majluta ni Salvador ni Guzmán, a pesar
de sus eternas rebatiñas que por momentos diezmaban sus fuerzas, pero que se
recomponía como por arte de magia.
Esta vez, sin embargo, el PRD está obligado a dejar atrás a esos dirigentes
añosos que tantos sinsabores le han causado y tratar de avanzar con una
estructura joven y fresca que le garantice un mejor futuro. Esos viejos mañosos
y resabiosos, empezando por Hipólito, tienen que ser jubilados. Y entregarles
“la bandeja al mérito “del desatino político.
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