Publicado por el Fogon Barahonero Viernes 25 Mayo 2012
"Fogon Barahonero Lider y Pionero en las Actualizaciones en las Comunicaciones Digitales"
"Fogon Barahonero Lider y Pionero en las Actualizaciones en las Comunicaciones Digitales"
Desde los días en los cuales Juan Bosch salió electo Presidente de la
República, las elecciones tuvieron tropiezos muy lacerantes. No voy a
enumerarlos. Todos los conocemos. El camino de la democracia dominicana ha sido
pedregoso y pantanoso. Excepciones claras, digo claras, han sido la del propio
Bosch y la de Antonio Guzmán. En ese camino hubo secuestros de votos, compra
masiva de conciencias, dinero repartido desde camionetas del Estado, pollos
congelados entregados sin siquiera un momento de llanto por los occisos
habitantes de las granjas políticas; insultos sin base, guardias en las calles y
en los campos con fusiles en ristre, caliés vigilando las urnas, traslado de las
votaciones al ritmo de la violencia y violación de las urnas en el trayecto,
cambios en procesos donde hubo que ceder votos para que otros ganaran mayoría
cameral, intentos militares de secuestrar la Junta, granadas de mano rodando en
un espacio donde la pasión se hizo casi belicismo ante el asombro de la
concurrencia, escapada de algunos jueces ante el intento de agresión, y muchas
otras aventuras que ensombrecían el alma nacional, llegada intempestiva de los
generales a la Junta rechazando el voto popular. Creo que el gobierno
constructor y de ideas orientadoras, más allá del ámbito local, de Leonel
Fernández dio al traste con este cuadro de pasionales irreflexiones. Hubo antes
entrega de papeletas aportadas desde serones que antes fueron usados para
transportar plátanos y “frutos del país”.
El actual pataleo de los perdedores es una vieja secuela del pasado que debe
superarse. El momento no es para reeditar la incomprensión colmándola de
argumentos banales. Lo cierto es que el pueblo dominicano todo ha demostrado su
fe en quienes han tenido en las manos la organización del proceso electoral, y
que a los dos días de comprobado el dato final que convalida el padrón, el
silencio se nutre de la aceptación del triunfo de Danilo Medina para continuar
lo que está bien, y con valor mejorar lo que muchos dominicanos consideran que
puede estar mal. Es la voz de una promesa, es una voz que rezume aceptación y
que brinda confianza. Esperemos.
En la extensa lista de nuestros presidentes ha habido luces y sombras. Lo
mejor es revisar el pasado porque el pasado es un maestro. Dar a esas luces un
combustible moral que las haga crecer, y como en el cumpleaños de nuestros
nietos soplar para inaugurar una nueva etapa vital para el país. Lo mejor es
aferrarse en lo posible a la legalidad. Ni el insulto ni las luchas acérrimas
llevan a puerto seguro. En tal sentido el discurso continuado de Danilo Medina
pone una nueva luz en muchos futuros e intenta apagar las que en el pastel
desentonan por su luminosidad malsana. El primer centelleo de esa luz es la
promesa de nuevas modalidades de hacer frente a la deshonestidad, a la
corrupción, al contrabando y trasiego ilegal de todo tipo, a los males profundos
que tiene toda sociedad en desarrollo, y a la mirada desaprensiva de los que no
creen en el potencial de su país. Para lograr esto es mejor la crítica sana y el
aporte de ideas y acciones que enriquezcan los planes que desde el poder se
presenten cabalgando en la posibilidad de hacernos cada vez más competitivos y
mejores. Danilo ha sido claro en sus propósitos renovadores, como lo fue Leonel,
incisivo y tenaz en los de cambiar la faz de una nación desde hace tiempo
atrofiada por los odios y las calumnias. Me complace mucho el triunfo de Danilo
Medina, y no reniego de viejas ideas que me gustaría ver desarrolladas por
completo. Me gustaría que las inquinas culturales desaparecieran y que todas las
voces tuvieran un ágora en la cual expresarse dentro de una discusión verdadera
y democrática. Me gustaría que las imposiciones y selecciones hechas “a dedo
limpio” cesaran. Me gustaría que todos permaneciéramos entendiendo que la vida
es unitaria, y que un buen proyecto vale igual para todos. Me gustaría la
continuidad de lo que siendo bueno no puede y ni debe ser rechazado. Soy de los
que creyendo en la crítica constructiva se niegan a cultivar el miedo al poder,
el que a veces tiene raíces que desentonan con el deseo del alma dominicana.
Me complace por razones muy personales el triunfo de Danilo en estos momentos
en los que continuar las ideas de Juan Bosch --su ética, su visión de la
pobreza, sus razones para creer que el que nace en un territorio extraño a sus
padres es dominicano porque lleva en su alma la voz de los dominicanos.óComo
pensaba Bosch, con quien conversé obsesivamente sobre el tema, el paisaje y los
valores dominicanos viven en el proceso formativo de los imberbes, aunque sean
hijos de cualquier tipo de extranjero. Es la formación del alma lo que nos
califica para ser dominicanos, y si cantamos como los niños de los bateyes de
Guaymate nuestro Himno, y aprendemos en la aulas lo que significa nuestra
Bandera sin ofender el pasado; y si bebemos el agua de la equidad y nuestro
mundo es vigencia que toca nuestra tierra y abunda en nuestros valores; y si
nacer es un hecho humano que no tiene piel ni lengua bélica; y si el amor a
nuestro entorno formativo es patria del alma, no es pecado el haber nacido en un
lar diferente. Escribo aquí con un sentido total de la democracia. Nadie es
culpable de haber nacido; nadie, como decía el poeta César Vallejo, es culpable
de venir a un mundo aleatorio a “donde yo no dije que me trajeran”. Si como
dijera el escritor colombiano José María Vargas Vila, esa casualidad nos alcanza
desde un más allá hecho de azar, a todos. Somos hijos de lo que Vargas Vila,
lectura de adolescencia, llamó, refiriéndose a la Patria, “una casualidad
geográfica”. (Cito de memoria). Llegamos y luego de años nos daremos cuenta de
que solo el otro, el alter informador, puede decirnos, narrarnos, cómo éramos en
tiempos de la nacencia. Nuestra memoria es vicaria, sólo los demás nos la
completan. Venimos como un papel en blanco cuyas líneas iniciales sólo pueden
ser escritas por los otros, por nuestro ámbito, donde aprendemos a tener pasado
histórico en la voz de los que nos rodean, nos apoyamos en el habla y la cultura
que encontramos en nuestro entorno. Hay ya un pasado hecho, fraguado, que
asimilamos y que es parte de nuestro derredor.
Creo que Danilo limará muchas de nuestras asperezas. Él seguirá, creo, el
paso de los fundadores. Con sólo eso, osará vencer nuestros tantos prejuicios.
“El respeto al derecho ajeno es la paz”, voz de Benito Juárez, el que fuera
proclamado por los dominicanos Benemérito de las Américas, y cuyo pensamiento
como el de Martí, Hostos, Betances, Duarte, Luperón y Bosch, debe ir siendo
parte de lo que se enseña en nuestros recintos escolares: savia honrosa para
nuestros jóvenes, caldo de amor y sobriedad para las nuevas conciencias. Un
indio mexicano, luego de la tanta explotación y violencia contra su raza, tendía
una alfombra llamando a sus enemigos a respetar el derecho para evitar las
guerras. Tengo esperanza que Danilo podrá poner en acción su discurso, y me
alegro profundamente de que jurara en la tumba del maestro don Juan Bosch
cumplir con sus ideas de verdadero humanismo y democracia plena. Vale recordar
que si “errar es humano”, también es válido el aserto de que “nada humano nos es
ajeno”.