Lunes 11 de junio de 2012
"Fogon Barahonero lider y Pionero en las Actualizaciones en las Comunicaciones Digitales"

César Medina lobarnechea1@hotmail.com
Cuando Hipólito Mejía andaba por ahí como alma en pena jugando dominó en
Canastica y convertido en un desecho político después de salir del poder
apostrofado en el 2004, Leonel Fernández me dijo: A Hipólito no se le puede
subestimar, es un expresidente de la República y lo de menos es que a cualquiera que él llame -empresarios, políticos, funcionarios- le coge el teléfono.
Leonel sabía muy bien por qué decía aquello. Él también fue un expresidente,
y había salido del poder reducido por aquel tsunami popular que significó “la
sonrisa del triunfo” que llevó a Hipólito a ganar las elecciones en el 2000. Estaba consciente que a su paso por el poder un político,
por torpe que sea, deja raíces profundas en una sociedad como la nuestra, con
una brutal dependencia del presupuesto público donde el Ejecutivo gravita hasta en la designación de un
empleado de quinta categoría.
Para tener una idea del trecho que tuvo que recorrer Hipólito y recuperar un apoyo sustancial del electorado hasta sacar casi
el 47 por ciento de los votos en las últimas elecciones, bastaría recordar que a
principios del 2005, con apenas seis meses de haber entregado el mando a Leonel
Fernández, aparecía en las encuestas con 4 por ciento de apoyo popular.
Y fue precisamente en aquel momento cuando Leonel me recordaba que sólo por
su condición de haber agotado un período constitucional de gobierno, a Hipólito
no se le podía menospreciar y menos desconsiderar porque de esa forma en alguna
medida también se desconocía la simbología del Estado y la solemnidad del poder
político.
Este no es el único factor que determinó la lucha tan cerrada por la
Presidencia en estas elecciones entre Hipólito y Danilo, pero nadie puede dudar
que al momento de analizarse en profundidad el recién finalizado proceso
comicial, la cadena de errores que se cometieron al subestimar las posibilidades
de Mejía, constituyen la causa determinante de que hoy este caballero aparezca
redivivo en el escenario político nacional.
La jugada de Leonel...
Hay que observar bien lo que pensaba Leonel de Hipólito Mejía en los primeros días del 2005, cuando era algo menos que un cadáver político, con el 4 por ciento de simpatía popular: “No se le puede subestimar...”
Hay que observar bien lo que pensaba Leonel de Hipólito Mejía en los primeros días del 2005, cuando era algo menos que un cadáver político, con el 4 por ciento de simpatía popular: “No se le puede subestimar...”
Más de siete años después resultaría fácil entonces comprender la jugada
maestra de Leonel cuando inteligentemente se propuso darle vigencia a Mejia
negociando con él cosas que tal vez nunca se sepan a propósito de las elecciones
del 2008 cuando se enfrentó a Miguel Vargas, entonces candidato presidencial del
PRD.
Los conflictos internos en el PRD comenzaron entonces. Sólo hay que recordar
que el candidato Vargas se quejó siempre de que el grupo PPH de Hipólito no se
integró jamás a la campaña-- lo mismo que dicen ahora los pepehachistas de
Miguel--, mientras por debajo se comentaba que el expresidente Mejía se había
entendido con Leonel. La historia de nunca acabar en el PRD.
Esa situación de desamor llegó tan lejos en esa época, que el “Domingo de
Ramos” del 2008, cuando empezaba la Semana Santa y a sólo días de las
elecciones, el entonces presidente del PRD, Ramón Alburquerque, hombre de la
cercanía más íntima de Mejía, dio unas declaraciones contra el cardenal López
Rodríguez que desde entonces marcó distancia entre la Iglesia Católica y la
candidatura perredeísta. Y en lo adelante por mucho que Vargas quiso acercarse
al cardenal, jamás logró que López Rodríguez bendijera su candidatura.
De ahí en adelante Leonel necesitó muy poca ayuda de esa conflagración
interna perredeísta para ganar las elecciones a Vargas
con casi 14 puntos porcentuales de diferencia al sacar 53.8 en la primera
vuelta. Una llamada tempranera de Mejía a Leonel esa misma noche, cerró ese
capítulo, dejando a Miguel haciendo bembitas y diciendo que lo venció el Estado.
Es importante resaltar que en aquel momento a Hipólito le sobró
caballerosidad y cortesía para llamar a Leonel y felicitarlo por su triunfo.
Pero este es el momento-- tres semanas después de las elecciones-- que no ha
tenido la misma cortesía ni la decencia política para felicitar a Danilo.
...Y el error de Miguel
Leonel fue visionario después de las elecciones del 2008. A leguas se veía que Miguel salió de esa confrontación electoral muy fortalecido a lo interno del PRD y que era cuestión de tiempo que se consolidara como líder único de ese partido.
Leonel fue visionario después de las elecciones del 2008. A leguas se veía que Miguel salió de esa confrontación electoral muy fortalecido a lo interno del PRD y que era cuestión de tiempo que se consolidara como líder único de ese partido.
Entonces se la jugó como lo habría hecho el maestro Capablanca para dar el
jaque mate: A través de un amigo común le hizo saber a Miguel que estaba
dispuesto a pactar un gran acuerdo de concertación que lo colocaría en la
interlocución válida de la oposición y le abriría de par en par las puertas del
liderazgo nacional. Y Miguel cayó en la trampa.
De ahí nació el llamado “Pacto de las Corbatas Azules” nombre que le
sobrevino por la coincidencia infeliz de que los dos-- Leonel y Miguel-- vestían
trajes oscuros y corbatas azules en aquella mañana de primavera en que Miguel
firmó su camino al patíbulo rehabilitando a Hipólito Mejía, un cadáver político
que cinco años antes todos pensaban se había enterrado al propiciar una reforma constitucional que lo
sacaba para siempre del juego electoral. Y de paso Leonel aseguró también su
retorno en el 2016.
...Y entonces ese cadáver insepulto sacó más de dos millones de votos y por
poco gana las elecciones del 20 de mayo.
¡...Cómo se escribe la historia, señores!