En su sesudo análisis del lunes sobre el desguace del partidismo dominicano en más de medio siglo -divisiones, traiciones, deserciones y expulsiones-, Leonel Fernández envió un mensaje premonitorio sobre el futuro del Partido de la Liberación Dominicana dejando subyacente la posibilidad de que las ambiciones individuales lo saquen del poder.
Esta vez no se aventuró a repetir una frase que se había hecho común en él: el PLD seguirá gobernando hasta el 2044. En cambio, potenció la acechanza divisionista que ha sido factor común a todos los partidos del sistema, sin importar siglas ni épocas ni coyunturas ni ideologías ni liderazgos.
El único que ha escapado a designio tan fatal ha sido el PLD de las últimas dos décadas, precisamente después que él, Leonel, llegó por primera vez al poder. Porque antes -y lo recuerda en su artículo-, tras cada derrota electoral llegaba un desgarramiento interno al PLD.
Una serie de acontecimientos que constituyen cambios fundamentales a nivel global han impuesto nuevas normas para la acción política que los partidos dominicanos tendrán que asumir “o perecer”. Entre ellos cita los cambios demográficos internos, el empleo de modernas tecnologías en la comunicación digital y técnicas modernas de movilización social.
Es en ese contexto que Leonel recomienda la necesidad de que todos los partidos políticos -excluyendo obviamente al PLD que él preside, porque para ese tiene otras recetas-, asuman como su desafío principal descubrir no sólo sus potencialidades, sino al mismo tiempo sus propias debilidades. (Ö) Aquellas que durante años les han hecho caer en un ciclo de adversidades, fracasos y frustraciones.”
La receta del PLD
En este punto Leonel diagnostica la enfermedad de su partido y expide la receta: “Para el PLD, que ha sido, en plena democracia, la fuerza política dominante en las últimas dos décadas, su reto es al revés del de los demás. Consiste en saber administrar sus triunfos”. “Para lograr ese propósito es necesario que cada uno de sus miembros comprenda algo muy simple, y es que en la lucha política siempre se anteponen las necesidades del pueblo a las aspiraciones individuales.
“De comprenderse esa realidad tan sencilla, que parece hasta una puerilidad, estamos seguros que la estrella del PLD continuará iluminando por muchos años más el horizonte político nacional”, concluye.
Como se trata del presidente del PLD, Fernández, al parecer, olvidó decir algo muy importante: ¿Empezará la lección en casa?
Historia de fracturas
El tres veces ex Presidente de la República hizo un recuento histórico de las fracturas sufridas por los partidos políticos desde el reinicio de la democracia en 1961 tras la caída de la dictadura, empezando por la atomización de la izquierda revolucionaria y luego uno por uno los partidos del sistema.
Nicolás Silfa, uno de los tres que al mes del ajusticiamiento de Trujillo llegaron con la sigla del PRD y la sembraron en el país, renunció y formó su propio partido, el PRD Auténtico. Poco después le siguió Ramón A. Castillo y más tarde Ángel Miolán. No quedó ninguno de los tres fundadores acompañando a Bosch, que una década después también recogió sus bártulos y fundó el PLD.
Hasta hace apenas unos cuantos años, Leonel sostenía la teoría de que el sistema de partidos era vigoroso y no corría riesgo de colapsar por todos estos años. Hoy lo condiciona, hasta en su propio partido PLDÖ
Los últimos acontecimientos sociales apuntan al cuestionamiento profundo del liderazgo nacional y del sistema de partidos, sin importar hasta dónde sea capaz el PLD de anteponer “las necesidades del pueblo a las aspiraciones individuales”.
